Este
es el cuarto libro de Joel Dicker que leo y el último de la ahora trilogía de
Marcus Goldman, luego del sponsor comercial constante en El Caso de Alaska
Sanders, quise inmiscuirme en sus letras para conocer que sucedió con los
Goldman de Baltimore.
Este
libro de inicio tengo que comentar que contrario a los anteriores no es un caso
criminal ni una investigación policial con gran cantidad de personajes, es
verdad que existen varios y tienen intervenciones, pero más que nada es un
relato que busca ampliar la vida de Marcus Goldman y darnos una visión más íntima
sobre sus pensamientos, acciones y familia.
Considero
que quien queda prendado del personaje de Joel Dicker y quiere ahondar más
puede darle una oportunidad, aunque el ritmo es distinto, el autor no pierde su
estilo sobre la marcha y va narrando con diversas líneas de tiempo para
esclarecer sucesos y momentos puntuales en la vida familiar.
Los
Goldman de Baltimore son presentados como un familia pudiente, la típica rama
familiar que les va mejor que los otros y es la envidia de su sangre, pero
también bajo esa carcasa de integridad se nos ahonda con toda su fortuna y perfección
no todo es color de rosa, incluso desde un inicio el relato en el cual inicia
indicándonos que ya todos han muerto y ahora conoceremos sus orígenes y el
ocaso de su fortuna.
Marcus
Goldman es un personaje interesante, lleno de temores y complejo, con miedo e
inseguridades más que cualquier otro, pero en este libro nos muestra su
relación más profunda con su familia y como el camino hacia la escritura le
permite remendar aquello que se rompió e incluso perpetuar la memoria de los ya
fallecidos.
En
un inicio el relato no me era del todo interesante, en esta ocasión sentí que
fuera un alivio ver como el libro tenía menos páginas que los anteriores, pero
una vez comenzaron los personajes en la educación universitaria y convivir más
pude notar como el ritmo se disparó y nos eran entregadas páginas de
narraciones anecdóticas en la familia, también está que muchos sucesos son
grandes inconvenientes en base a la falta de comunicación.
En
las familias pueden existir peleas tan fuertes que en algún punto se dejan de
hablar, también hay rivalidades que viéndolas con claridad son tontas, pero
estas propician diferencias inconciliables al final de los días en la familia,
este libro está llena de todas estas situaciones familiares y desde el punto de
vista del protagonista podemos ver su envidia por querer que sus padres sean más
como sus tíos y al crecer notar que dicha perfección no era tal, que al final
sus padres persisten de forma humilde sí, pero mantuvieron un hogar unido y
ahora ellos son custodios de la memoria de quienes parecían haber rosado el
cielo.
Conforme
se van redescubriendo los personajes y sus complejidades es entendible que como
lector en un inicio nos decantemos por las memorias de un Marcus infantil que
veía todo perfecto, para luego entender que entre Hiller y Woody hubo una
rivalidad que fue escalando en tal medida que propicio un accidente trágico que
marcaría el destino de la familia, considero que aparte de Harry Quebert, este
es el libro del autor con el que más personajes empatice, es comprensible sus
actitudes y también las reacciones.
También
es una lectura algo extraña, supongo que Joel Dicker no tenía en mente los
sucesos del libro cuando nos presentó a Marcus Goldman por primera vez, de allí
que se sienta un poco extraño el personaje, pero en El Caso de Alaska Sanders
siendo su última obra en la trilogía se logra notar la conexión de estos
relatos y aunque en un inicio tanta mención de Baltimore me tenía harto, logre
comprender bien que es lo que tenía pendiente el protagonista.
Sin
más que aportar, considero que es un muy buen libro, lo leí en solo tres días y
también la trilogía no decepciona, aunque el primer libro es insuperable hasta
ahora entre los que conozco del autor, el resto no pierde calidad, son buenos y
logran su cometido, espero salga algún otro libro de esta pequeña saga que
apenas hace un mes la conocí por curiosidad.
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