Año
1980 octavo día del cuarto mes, en medio de la calle polvorienta muchos niños
se reunieron a jugar con una pelota hecha se harapos y rellenada de zapatillas,
mientras el sol los bañó, sudan, corren, ríen y se divierten, pero un niño está
en el portón de una destartalada casa viendo de lejos todo el juego.
Cabello rizado azabache, piel cobriza, ojos tristes y
grandes, nariz respingada, de contextura delgada en extremo comparada a otros
de su edad, viste una camiseta media deshilachada, una pantaloneta remendada y
unas zapatillas agujereadas que al mayor esfuerzo revientan.
Ve aquellos niños de su edad, disfrutar, ser libres,
estar sonriente mientras se aflige de calor en la madera carcomida de su casa,
quiere jugar pero no tiene los zapatos para hacerlo, la última vez sus dedos
quedaron ensangrentados incluso una uña se le salió, los demás niños se alejan
de él, en la escuela no posee amigos, su aspecto desalineado, su uniforme
ajustado de años anteriores y su jean viejo descolorido por el sol le da un
aspecto entristecido.
Se sienta al frente, anota todo con aquel pequeño
lápiz del porte de un pulgar, atiende cada palabra de los profesores y cuando
alguien no entiende les explica aunque muchos le rechazan por notar su aspecto.
No toma un lunch tan bien puesto como otros niños, lleva una manzana y en una
botella de plástico un poco de jugo de tomate de árbol que le prepara su madre,
pasa su recreo en un asiento solo releyendo las clases, tratando de repasar
aquello que le cuesta y haciendo sus deberes.
Al salir de la escuela camina cerca de una hora para
volver a su hogar, su madre trabaja como empleada doméstica y su padre es un
constructor aunque su verdadero oficio parece ser la bebida, sus zapatitos le
aprietan cada día mas y les betuna conforme se van pelando aunque ya no hay
mucho que hacer brillar, siempre que llega a casa nadie le recibe a más de una
vecina que tiene las llaves de su casa y le brinda un plato de comida, arroz
con queso, alverja y unos remiendos de carne, jugo de naranjilla y un caldo de
legumbres, casi todos los días come igual, pues esa comida deja preparada su
madre para él y la vecina se la calienta con gusto, es una mujer mayor
solitaria que vive de su jubilación y un alquiler.
El padre llega en la noche, unos días hecho trapo
apestando a caña, otros oliendo a perfume de mujer y en los peores llega con
coraje porque no le quieren pagar completo por trabajar ebrio, provocar
problemas y demorar la obra, aquellos días son los peores, no habla ni emite
ruido alguno pues el zumbido de los mosquitos pone histérico a su padre que no
hace más que repartir violencia sea a su mujer a su hijo o a los pocos vasos y
plastos que existen en la casa.
Pasan los años, su madre consigue un mejor trabajo con
una buena familia, está por terminar su colegio y su padre se ha marchado de
casa exclamando que no puede vivir en un lugar donde no valoran su sacrificio.
Aquel quien era el niño ya ha crecido, tiene buena estatura y sus rasgos son
finos, su aspecto ya no es tan lúgubre gracias a mejores ropas que le compra su
madre y le ha comenzado a gustar una vecinita que va al mismo colegio que él,
ha comenzado a ganar su propio dinero haciendo deberes y dar clases a sus
compañeros, la chica ha comenzado a pedirle ayuda y ni corto ni perezoso le ha
dado apoyo, varias clases pasaron y con el tiempo se desviaban de temas de
estudio para conversar de ellos, lo que deseaban estudiar y que anhelos tenían,
se volvieron cada vez más cercanos y un par de meses después se han vuelto
novios.
Su padre se fue un año después que acabo la escuela y
desde aquel día no ha sabido nunca más de él, la casa donde vive con su madre
es alquilada a la vecina que tanto les ayudo y ya está casi ciega por la edad,
pasa las noches conversando con ella que le confunde con su hijo ya fallecido
en la guerra del cincuenta cuando Tarqui pasó a formar parte del país, un día
la anciana le acerca una carta que era del padre del muchacho, tenía su nombre
en ella: Juan José Duarte Sotomonte.
En la carta le hablaba de que había dejado la
construcción para dedicarse a la pintura y tenía un joven pintor que era el
nuevo borracho del pueblo con el que empinaba codo, le contaba que vivía solo
en las afueras del pueblo asi que cuando guste puede visitarlo.
Le comentó a su pareja la idea de visitarle, no le
tenía ningún tipo de afecto, pero quería ver cómo le ha tratado el tiempo y su
madre quería tener noticias de él, aun después de tantos años de maltrato se
preocupaba por aquel miserable. La muchacha le dijo que solo visitarlo y
conversar un rato era idóneo, no necesitaba tratar de establecer un vínculo
afectivo, él dijo que lo pensaría un par de días, paso una semana y se
enteraron que había fallecido el señor, tal como vivió fue su muerte, se había
emborrachado tanto que comenzó a vomitar estando acostado y sus propios fluidos
le ahogaron.
Al funeral solo fueron sus amigos borrachos que como
nunca estaban sobrios para variar, su mejor amigo el señor Francisco Reyes se
encontraba sobrio como nadie en el pueblo había visto, vestía elegante y dio
unas palabras en honor al fallecido que todos quedaron estupefactos, era un hombre
de aspecto delgado que había asistido con su mujer, una muchacha pequeña y
simpática, se acercaron para hablar con quién en vida y por desgracia fue la
mujer se Juan José y su hijo.
La reunión duro poco dando paso a la marcha fúnebre
donde se cargó la caja mortuoria al hombro, Juan estaba cansado de todo esto,
no soportaba tener que lidiar aun con su padre después de muerto, le guardaba
rencor por nunca haber intentado remediar nada. Una vez fue enterrado todos se
marcharon hacia sus hogares, sus amigos fueron a empinar el codo e invitaron a
Juan, pero este despreciaba tanto el alcohol como a su padre.
Al cabo de un par de días Juan fue con su madre para
hacer posesión de la que era casa de su padre, nunca se habían divorciado y
tampoco poseía otra mujer e hijos asi que pudieron quedarse con la casa, lo
único bueno que hizo el difunto, también hubo una cierta cantidad de dinero que
les dejo a los dos como testamento, con aquel monto modificaron la vivienda
para dividirla en dos partes que destinaron en alquileres, Doña Sofía quien fue
su casera por años había enfermado mucho asi que la madre de Juan se dedicó a
cuidarla, la anciana le quería como hija y no poseía más familiares asi que
hizo traer un abogado para darle en testamento la casa donde toda la vida
habían alquilado.
Juan vio que conforme murieron personas a su alrededor
todo mejoraba para sí, aunque era un pensamiento macabro y a la vez
desalentador. Un par de años pasaron para que se comprometiera con su novia del
colegio y formara un hogar, era reconocido como un psicólogo y psiquiatra de
alto nivel también fue inteligente que logró hacerse un espacio en la política
y obtuvo la dirección de un hospital que él consideraba que podía reformar
personas con trastornos diversos, un par de años después de ocupar el cargo
dejo todo el lugar en vista de una posible opción de ser Alcalde de Muisne su
pueblito de origen.
Llegaron las elecciones y su partido político jugo
todas sus cartas para que fuera la cabeza del pueblo, había recorrido cada
calle, cada rincón pues él conocía donde faltaban alimentos y quienes
necesitaban más, muchos le recordaban de la infancia y sabían que era un hombre
de humildes orígenes que se alzó por esfuerzo, le respetaban y cuando llego el
momento decisivo supo ganar de manera arrasadora, estuvo en la municipalidad
durante dos periodos donde botó a toda la sarta de pipones y vividores que
fueron acomodados por puro nepotismo, habían en la nómina ocho personas
contratadas para ser guardia de una sola bodega chica e incluso la totalidad de
personas que trabajaban para el municipio superaba las doscientas cuando solo
se requerían unas cincuenta, todos fueron arreglos corruptos que transparento ganándose
enemigos y al pueblo entero.
Varios años pasaron asi como personas en otros
partidos políticos fueron cayendo por sus acciones indiscretas, un día una
muchacha joven había pedido cita para entrevistarlo, era menuda de cabellos
rizos y sonrisa pícara, le hizo preguntas sobre un reportaje que debía
presentar en su universidad era estudiante de periodismos y supo responderle
todas las inquietudes que esta poseyó, antes de irse la muchacha le pidió otra
cita más para conversar sobre un ensayo que haría vinculado a como aplicaba las
bases de la administración en el municipio, él aceptó gustoso y asi comenzaron
una serie de entrevista hasta que una cosa llevo a una propuesta picara de la
muchacha, después se convirtió en algo que él gozaba repetir y dicha chica
pasaría ser su secretaria persona con quien mantendría el primero de sus muchos
romances ocultos.
Juan no era un hombre de fumar o beber, aborrecía
ambas acciones y a más de un brindis porque la ocasión amerite no consumía
alcohol, pero hay de él, fue débil para las mujeres, toda chica que le parecía
simpática y que esbozaba una sonrisa linda le provocaba, la sangre le comenzaba
a hervir por querer tener esos dulces labios con los suyos y aprovechándose de
su posición, su aspecto agradable y del dinero que poseía comenzó a tener
varias amantes, no era un hombre de escoger solo una , el cada semana cambiaba
de mujer, todas las chicas que se dedicaban a la prostitución le conocían, era
una especie de padrino para ellas, regalos u opciones de conseguir un trabajo y
dejar esa vida era cuanto el ofrecía, se vanagloriaba en silencio de haber
estado con más de doscientas mujeres en su vida entre ellas muchas por dinero,
otras por conquista y hubo incluso algunas que se enamoraron de él con el
corazón.
Su mujer era una mujer de carácter fuerte, que se
dedicaba a la enseñanza y cuando supo de dichos rumores dudo en el inicio
porque los otros grupos políticos eran un nido de víboras que repartían pestes
de cualquiera con tal crear desconfianza hasta que un día le descubrió en plena
oficina en media faena con aquella que era su asistente, una muchacha que
podría ser su hija si hubiesen tenido, tanto fue el asco que le dio que no súper
decirle nada, ni una palabra salió de ambos en los días que siguieron mientras
estaban en el mismo techo, ella nunca más volvió a servirle un plato de comida
y él tampoco exigió nada asi que tuvo que mandar a comprar comida para él
siempre, nunca había aprendido a cocinar y no tenía interés en ello.
Después de haber salido del Municipio por considerar
que su popularidad había disminuido y otro periodo podría ser posible pero con
mayor esfuerzo en campaña decidió ir hacia la ciudad principal del puerto donde
concurso y ganó el nombramiento para ser Director del Hospital del Seguro
Social, por todos los años en dicho partido ya había ascendido como cabeza de
este y comenzó a hacer campaña en todos los barrios marginales, dando víveres y
electrodoméstico para así ganar simpatía.
Había unido su partido político con el del actual
alcalde de la ciudad con la finalidad de frenar el avance enorme que estaba
haciendo el Partido Social Demócrata con las comunidades minoristas, eran
apoyados por la mayoría de hawisqas de la ciudad e incluso tenían un par de
alcaldías en diversos pueblo del país donde esta minoría se alzaba en poder,
Juan temía a los hawisqas pues estos eran una etnia descendiente de los
ancestrales habitantes de este lado del mundo antes de los conquistadores, un
pueblo que se dedicaba al comercio agrícola y con el pasar de los años las
leyes fueron dotándoles de igualdad al contrario de los tiempos antiguos que
fueron esclavizados, eran muy unidos y la mayoría se concentraba en la Región
Sierra donde acaparaban pequeñas alcaldías y gubernaturas.
En los últimos años habían crecido en la Costa gracias
a la Fundación Hijos del hombre fueron aceptados con los brazos abiertos dando
posibilidades de trabajo a muchas personas que morían de hambre, incluso
poseían un candidato a la alcaldía joven, bien parecido y con una inteligencia
basta que era mitad hawisqa lo cual hacía temer al alcalde, durante años
manejaba una red de coimas en los mercados municipales y mayoristas donde daba
espacio a quienes pagaran, pero conforme el campo fue pasando a mano de los
hawisqa hubo quejas y peleas, las comisiones de obsequio como él le llamaba
servían para pagar tanto favor político que le sostenía en el poder municipal
asi que temía perder las elecciones y jugó todas sus cartas con Juan quien le
ofreció apoyo de su partido y los recursos para financiarlo para que gane dicha
candidatura para después nominar a Juan como Gobernador el año siguiente y asi
sus partidos mantenga total poder en la provincia con la finalidad de hacer
planes para integrar al Partido Revolución en Marcha con ellos, por el momento
dicho movimiento mantenía un fuerte rechazo hacia los hawisqa por su religión y
no aceptaron la unión con el alcalde por considerar que este no tiene la fuerza
necesaria ni los mismos interés, pero su líder le supo mencionar que de ganar
la candidatura podrían comenzar a existir negociaciones.
Pocos meses había pasado desde que ocupo el puesto de
Director que sucedió un escándalo que puso en jaque todo su plan, fue
encontrado un túnel debajo de la bodega que estaba siendo usado para esconder el
robo de medicinas, el subdirector le acusó de inmediato argumentando que las
medicinas eran revendidas en el mercado negro cuando estas se obtenían por
financiamiento público. Todos los diarios emitieron el escándalo en primera
plana y como el fuego en un bosque se regó hasta los confines del país, se volvió
la mayor noticia de todas desde la desaparición de los internos del Hospital Psiquiátrico.
Los diarios aprovecharon su oportunidad y mandaron
varios corresponsales a Muisne para ahondar en la vida de Juan, dieron con
muchas de sus ex amantes a las cuales sobornaron para que confesaran todo
cuanto sabían e incluso existieron muchas demandas de paternidad contra Juan
que tuvo que defenderse con exámenes que garantizaban su infertilidad. El
segundo al mando de su partido político le había dado la espalda y expulsado,
el alcalde no emitía comentario a favor o en contra era imparcial en el asunto.
Todas las puterías, sobornos, abusos de poder que había cometido en su vida
eran ahora visibles y su mujer no tolero más y pidió el divorcio abandonándolo
porque el populacho la nombro de manera vulgar la cachuda de Muisne y otros lo
nombraron el Galán de Muisne.
Ya había ocurrido un mes y se encontraba en su casa
esperando su juicio, era vigilado cada vez que salía aunque sea para comprar en
la tienda y cuanta persona le reconocía le miraba con desprecio e incluso una
vez trataron de agredirlo, a no ser por los policías que siempre le seguían
hubiese sido linchado, desde entonces los policías se volvieron sus recaderos.
Los primeros días desconfiaba sino envenenarían la comida e incluso temía
porque estos les ataquen simulando un forcejeo de parte de él, conocía muy bien
a sus enemigos políticos y cuales artimañas podrían usar, al fin al cabo eran
muchas de las que él uso para ascender lugar en el partido, contratar mujeres
para que endulcen las orejas de los hombres, ofrecer posiciones y averiguar
secretos de otros que serían enormes escándalos de darse a conocer, su vida
valía su peso en oro y se había entregado a la idea que en cualquier momento
podía morir.
Habían puesto fecha para su juicio dentro de una
semana asi que llamo a su ex mujer esperando que puedan conversar antes de la
sentencia, ella recordando los años de oro con él, aquella juventud que
compartieron felices en Muisne, pero sin recordar la mancha a su honor que
causo a nivel nacional le acepto la visita a la cual el contesto que sería una
cena y cocinaría para ella, estupefacta como si un recuerdo invernal de hace
muchos años cuando se dieron su primer beso le viniese a su mente se ruborizó
al saber que había aprendido y quería brindarle un plato después de tantos años
de ponerle mala cara a la cocina.
Llegó el día prometido, ella se encontraba sentada en
aquella mesa de vidrio tan gruesa y elegante que compraron donde efectuaron
muchas cenas, almuerzos y desayunos con amistades ya no existentes, él estaba
en la cocina y se acercó para servir los platos, poner los cubiertos y decirle
que en unos minutos estaría listo.
— ¿Cómo te ha ido últimamente? —preguntó Juan asomando
la cabeza desde la cocina.
—Lo normal que se puede estar cuando eres un hazme reír
público, pero de allí todo bien—su lengua era filosa como cuchilla.
—Entiendo, sabes ahora ultimo me he dedicado a ver
cada día más las noticias, claro que omito cuanta mierda hablan de mí y pude
notar que hay un enorme peligro en la ciudad—se hizo el tonto después del
comentario de Laura.
— ¿Qué mayor peligro puede existir en la ciudad aparte
de tu red de puterias y corrupción?, disculpa el ataque solo que el día de ayer
fui a comprar el supermercado y no dejaban de gritarme cachuda asi que ando
algo tensa—observó con el rabillo del ojo como se había metido dentro de la
cocina, le conocía bien, siempre que hacia algo estúpido o tiene la de perder
se hacia el cansado o se marchaba.
—Las personas son vulgares por eso prefiero no tratar
con nadie, el peligro del que te hablo es ese asesino que le llaman el
carnicero, ha matado muchas personas e incluso apareció una mano del anterior
ministro de Relaciones Públicas, quizás recuerdes que una vez cenamos con él y
su mujer aquí, era un sujeto que conversaba hasta los codos y siempre se
alagaba con cualquier merito miserable—
—Es verdad que son vulgares, pero no más de quien les
da la oportunidad de serlo, sobre esas noticias me parecen muy escabrosas y más
porque recuerdo aquel tipo, pero que el cielo me castigue si me equivoco y
capaz él estaba hasta el cuello de mierda como tú, asi que debes andar con
cuidado—
—No sé, quizás aquel tipo se metió en un lugar que no
debía o quizás hizo un paso en falso y cayó por la escalera del poder, esto es
la política es así la verdad no todos saben jugar sus cartas bien—caminó hacia
ella para recoger el plato y servirle, había preparado arroz con alverja,
choclo, queso y carne frita acompañado de un jugo de naranjilla.
— ¿Qué escalera hablas? ¿Tú también jugaste mal tus
cartas o me equivoco?, veo que hiciste un plato que pensé hace mucho debías
odiar por lo que me contabas sobre tu infancia—al ver el plato sintió nostalgia
por todas las historias de niño de Juan y notó este como veía el plato con una
sonrisa triste.
—El poder es una escalera en la cual cada paso que das
eliminas el escalón anterior, estas en una constante escalada y al mínimo error
directo al abismo. Mis cartas fueron mal jugadas, pero todavía no acaba la
partida y sobre la comida disculparas pero solo se hacer este plato por ahora,
al fin y al cabo yo estoy hecho de este arroz con queso y choclo, espero te
guste aunque no sé si sea tan bueno como el de mi madre—
—Los hombres siempre buscan poder para sentirse
superiores, es como si desearan vanagloriarse de algo en todo momento, que si
tuvo sexo con tal mujer, que si bebe tanto, que tiene tal trabajo, que su mujer
es cachuda y lo aguanta, volviendo al tema de la comida pierde cuidado es un
tanto nostálgico siento que volví a la casa de mi abuela un día feriado—
—Los hombres son así por su naturaleza, dicen las
leyendas hawisqas ya olvidadas que el Sol creo a los hombres y la Luna a las
mujeres, pero los primeros siempre quisieron brillar con fulgor y opacar al
resto mientras las segundas buscaban dar una luz tenue que no sofocara y cobijara,
quizás los hombres estamos más cerca de los animales que las mujeres—tomó
asiento y comenzó a comer, cada bocado era mejor que el anterior, recordaba
aquellas tardes que el calor lo azotaba contra el piso de madera, la pesada mano
de su padre, las caricias en sus heridas por parte de su madre y las historias
de su casera.
—Está muy buena la comida siendo honesta no espere que
te saliera tan bien, pero me gustaría conocer que piensas hacer ahora, tu
sentencia será en una semana asi que sucederá contigo—
—Sí, pensaba dejarte la casa, él auto y todo lo demás
pero desde que se aprobó esa ley a los acusados de corrupción les incautan de
manera provisional los bienes hasta dictar sentencia y respecto a mi pues no
iré preso, por cierto todas tus indirectas son fáciles de ver Laura quieres que
confiese porque tienes algún micrófono o grabadora contigo—
—No sería tan obvia para eso, pero déjame decirte que
afuera hay varios policías, entraran aquí si grito o salga de esta casa, asi
que dime cuando tú trabajaste en el hospital algo sucedió para que ese lugar después
que te fuiste se volviera un infierno—
—Yo no hice nada a más de mi trabajo e incluso tampoco
tengo conocimiento de que sucedió allí, han pasado diez años y aún no resuelven
ese caso—tomo un sorbo de jugo mientras veía los ojos penetrantes de aquella
que fue su pareja, esa mirada que trataba de ver hasta los huesos y fragmentaba
la piel.
—Siempre me dio curiosidad dicho caso así que me puse
a leer cuanto libro tuvieras en esta casa antes de irme de aquí, anotaciones y
demás cosas que guardabas en un librero viejo en la bodega, hablaban de tantas
cosas, fechas, horas, resultados y ninguna de esas acciones eran éticas ni
legales, no me las llevé porque supuse que podrías buscarlas, quemarlas u
ocultarlas en este suceso asi que temí porque tomes represalias, eres un hombre
capaz de todo por no irse a la mierda asi que te haré una oferta que no creo
puedas rechazar—
— ¿Quieres negociar conmigo a cambio de qué? ¿Qué
puedo ofrecerte yo que a ti te interese? —le miró con curiosidad mientras se
acercó a la bodega de los vinos.
—Quiero que te entregues y des nombres, información y
cuentes todo lo que sabes para que consigas un mejor trato, tu influencia y
puesto debe ayudarte al menos, hace unos días volví a Muisne y en las calles
las personas te reniegan, sienten vergüenza de haberte conocido, existen muchos
que dicen afirmar ser tus hijos esperando alguna miserable moneda y mujeres
dicen haber sufrido de amor por ti, todos este martirio lo vive tu anciana
madre quien ya tiene setenta años, es una mujer fuerte y sana aún, pero por el
cariño y estima que le tengo como si fuese mi familia me gustaría que al menos
no envejeciera y muriera viendo a su hijo preso como un perro aunque te lo
mereces—las lágrimas corrían por sus ojos, no sentía interés en él, pero
aquella anciana mujer deprimida por su hijo le partía el corazón.
Laura le adoraba como una madre ya que la suya murió
al darle la vida, durante años Doña Susanita fue una mujer respetada,
trabajadora, de empuje y cuando su hijo obtuvo reconocimientos le consideraban
modelo de madre en todo el pueblo, el muchacho era un ejemplo a seguir para
otros jóvenes, había venido de una familia pobre, hijo del borracho del pueblo
y aun asi nunca mostró vicios pero como el poder lo embriagó fue monstruoso,
primero pequeñas infidelidades, amantes de paso, después se volvieron seguidas,
daba favores por pasión, no le interesaba recibir dinero por sobornos sino que
la importancia que tengan que ofrendarle algo por su ayuda le inflaba el
orgullo y de acciones grises pasó a oscuras, pero su esposa nunca hubiese
imaginado que su época del hospital fuese tan negra como la noche sin
estrellas.
—Mi madre…pobre es quien más sufre junto a ti por todo
esto, pero si hablo me silenciaran e incluso no saldría mi confesión a la luz
nunca, soy muy peligroso estando vivo asi que en menos de un mes moriría si me
apresan, tu leíste esas notas, no debías leer nada de eso, era mejor que no
supieras cual era mi trabajo allí—comenzó a servirse vino en una copa.
—Si me apresan dices, que descaro tienes de dudarlo, tú
vas ir a un cuarto como perro, quizás te maten en un mes o más rápido pero al
menos le debes el intento a tu madre, cuando te conocí eras un buen hombre que
buscaba sacar a cuanto pobre de su miseria, repartiste trabajo por doquier e
incluso abriste un orfanato y financiaste los estudios de muchos jóvenes
respetables asi que al menos se fiel a quien eras a tus principios infundidos
por tu señora madre y ¡detén esto!—pegó con fuerza en la mesa con la cara roja
como tomate.
—Yo fiel a mí mismo… siempre lo he sido incluso en
cada acción en mi vida, sabes yo si fui a ver a mi padre cuando te mostré la
carta donde me dejaba su dirección—se sirvió otra copa de vino que al verla le
reflejaba un espejo de aquel momento.
— ¿Qué dices? Aunque ahora que recuerdo poco después
de la carta lo encontraron muerto y no te pregunte si fuiste, pero bueno a que
va esto al tema—le vio extrañada no comprendía aquellas palabras.
—Yo fui para saber de él y me recibió borracho, típico
de él claro está, hablaba sandeces, que le quitamos los mejores años, insulto a
mi madre, me insulto a mí y dijo que quizás iría después de tomar un descanso
hacia mi casa para enseñarnos algo de educación por los viejos tiempos, como
cuando me quemaba la mano con un cigarro y que mi madre parecía necesitar
sentir el peso de la mano de un hombre otra vez, después de hablar tales
mierdas yo permanecí inamovible, él se recostó en el piso viendo al techo y
comenzó a murmurar que un amigo suyo muy joven lo jodio para que nos dejara
todo a nuestro nombre, al menos trate de enmendarse y de repente se durmió, yo
sentí mi sangre correr como si hubiese un maratón en mis venas, mi corazón
bombeo como locomotora y mis dientes rechinaban de la ira contenida, asi que
fui a la cocina me serví un vaso de agua bien fría y volví hacia la sala, tome
asiento frente a él y comenzó el espectáculo…—movía su vaso pareciendo recordar
aquella agua que bebía en ese día tan lejano.
— ¿Qué espectáculo hablas? ¿Por qué nunca contaste que
fuiste donde tu padre antes? ¿Qué carajos tiene que ver esto contigo ahora?
—los ojos de Juan estaban entrecerrados como si se perdieran en la nada, notaba
que algo le atemorizaba de aquella expresión.
—Yo vi cuando comenzó a vomitar, la hediondez era
tremenda, el tufo al trago, los olores podridos que emanaba e incluso noté que
nunca presencie tal estado de miseria en un ser humano, pensé en darle vuelta y
ayudarle, pero aquellos insultos todavía resonaban en mis oídos así que me
quedé a ver hasta que murió por su propio vomito—tomo de un sorbo el vaso de
vino saboreándose los labios mientras recordaba aquella inmunda experiencia.
— ¡Eres un maldito monstruo! ¡Dejaste a tu padre morir
frente a ti! ¡Tan siquiera te acomediste un poco!, todos estos años tu madre
siempre lamento que muriese de tal miserable forma y tu habiendo tenido la
opción de salvarle preferiste que muera ¿Qué mierdas pensabas cuando no hacías
nada? —estaba aterrorizada ante las palabras de Juan, su rostro sereno en cómo
podía hablar tales vilezas sin inmutarse.
—Pensé que si le salvaba iba a ser el mismo, ya de
niño muchas veces le di la vuelta cuando se vomitaba y al día siguiente nos molía
a golpes, aparte ya era mayor yo y si él seguía andando en sus borracheras
podría ocasionarme vergüenzas, problemas y quizás dañe mis planes a futuro asi
que mi decisión fue la idónea—tomó asiento frente a ella.
—Pensé que eras un mujeriego, desgraciado y vil por
todo lo que has hecho, incluso en las noche recuerdo aquellos apuntes y siento
asco de haberme involucrado, pero dejar morir a tu propia sangre no tiene
perdón, tu madre por mucho que la quiera debe saber qué clase de monstruo es su
hijo—Se levantó de la mesa de manera violenta, pero apenas estuvo de pie sintió
una mano apoyándose en su hombro, era pesada, mucho, incluso sentía que la
presión fue tal que tuvo que sentarse o se dislocaría.
—Te tomaste tu tiempo en llegar, espero que ya todo esté
listo—Juan veía hacia el frente mientras servía otra copa de vino.
—Todo quedó hecho, no hay nadie más en este lugar que
genere problemas, claro exceptuando tu invitada—la voz era profunda y
cavernosa.
—Debemos continuar con el plan, tu peaje ya está aquí
y los equipos que desean esta en mi patio aunque no entiendo tu interés en
ello—terminó la última copa de vino mientras veía a Laura pálida como un
bizcocho temblando hasta los dientes.
— ¡Maldito salvaje! ¡Sácame la mano de encima! ¡Ayuda!
¡Me quieren asesinar! —gritó y agitó sus manos, pero nada podía hacer con quien
estaba posado atrás de ella.
—No hay policías vivos por aquí cerca, así que tus
gritos nadie los escuchara por más que te esfuerces asi que hazme el favor de
calmarte o me veré obligado a ser violento—aquellas últimas palabras
angustiaron a Laura y la afirmación de los policías le puso los nervios de
punta, nadie respondía a su llamado aun cuando había ido con varios policías
que debían vigilar la casa.
—Es una verdadera lástima que todo acabe aquí, pero
quiero que sepas que me distes días muy hermosos y felices corazón, aunque yo
debo seguir mi rumbo y tú no estás colaborando—camino hasta ella y le acaricio
el rostro con el dorso de la mano como hacia todos los días para despertarla en
otra época.
— ¡Bastardo de mierda! ¡Estúpido enfermo! ¡No te
saldrás con la tuya! —una mano suya había hurgado en su cartera y sacó una
linterna que a manera de cuchillo intentó enterrar al sujeto que la detenía, la
apretó fuerte en un costado de su cuerpo y apretando un botón comenzó a emitir
una descarga eléctrica, movió una especie de rodillo que graduaba el aparato y
lo puso en el máximo mientras mantenía con fuerza la presión al cuerpo de su
atacante, tal fue el ruido que Juan giró de inmediato y se asustó por aquel
repentino movimiento.
— ¡Por un carajo! ¡Mierda eso no lo vi venir! —gritó
al notar el ruido de la linterna aunque después de unos segundos su impresión
fue por otra cosa.
—Perfecto este idiota ya está fuera de la situación,
ahora tengo que largarme de aquí como de lugar o moriría en este lugar, quizás
incluso pude matarlo, aunque el policía me dijo que use solo el nivel cinco y
he puesto el diez, igual todo fue en defensa propia—estaba hablando consigo
misma, pero cuando quiso levantarse se percató que el peso de sus hombros era
incluso mayor y giro aterrorizada al ver que el sujeto que la sujetaba estaba
encapuchado, con tapabocas y gafas sin mostrar molestia alguna.
—Fue una comezón un tanto inusual, pero yo te advertí
y ¡Odio la desobediencia! —sujetó la cabeza de ella con la mano derecha y la
estrelló tan fuerte que partió el filo de la mesa de vidrio, ante todo esto
Juan mostró preocupación al ver que aquella descarga eléctrica apenas fueron
cosquillas y con tal fuerza pudo hacer que un cráneo humano rompa una mesa tan
gruesa.
—Tú…no eres un sicario común de los que me recomendaba
él… ¿Quién eres tú? —aquella fuerza, resistencia y voz le comenzaron a ser
familiares.
—Soy un viejo conocido doctor, hace mucho tiempo no le
veía el rostro y siempre le tengo en mente—soltó a la mujer y comenzó acercarse
al doctor mientras Juan caminó hacia atrás y tropezó con el sofá cayendo en
este.
— ¿Quién eres?, acaso esto fue planeado, yo contacte
con el tipo de siempre para que me de los servicios de un sicario y apareces tú
que mierda quieres—recordó todo lo sucedido en el hospital y empezó a temer.
—Un pajarito me contó sobre usted asi que pedí
encargarme de la situación, como ya tenía contacto con aquellos que le brindaba
el servicio se confió, grave error doctor, gravísimo y es increíble un hombre
tan inteligente como usted cometa tales fallas—se acercó tanto que Juan en su
posición lo notó enorme, inmenso y le intimidaba.
—Que quieres…di…dinero tengo de sobra, cuando esto se
calme puedo obtenerte más de esos equipos de fumigación que deseas, pero
hagamos un trato—
—Sus ingresos están inmovilizados y en la calle no
quieren verle a más de hacerle daño, asi que le invito a que me responda dos
preguntas querido doctor—su voz ya no era tan ronca, parecía muy distinta a la
que hizo temer a su anterior mujer.
— ¿Qué quieres saber? —preguntó mientras tragó saliva.
— ¿Usted sabe quién soy? ¿Dígame cuales cree que son
los cimientos de un país? —
—No sé eres, pero por aquel aguante de electricidad
supongo que fuiste del hospital y los cimientos de un país son el trabajo duro,
leyes, comercio, educación, salud e infraestructura—los recito como si fuese
una lección oral, eran los que siempre mencionaba en sus discursos en los que
se quedaba sin saliva.
—Es una lástima que no me recuerde porque yo nunca le
voy a olvidar y es curioso que usted considere esos cimientos cuando atentó
contra todos, yo sé cada pecado suyo y aquí me encuentro para llevarlo conmigo
asi que le pediré que no se rehusé y colabore sino puede ver la mesa y entender
que sucede cuando no me ayudan— le dio la mano para que se sujetara y
levantarlo.
— ¿Qué piensas hacer? ¿Qué haremos con aquel cuerpo?
¿Qué sucederá conmigo? —ya parado comenzó a ver la mesa llena de sangre.
—Quiero limpiar las cloacas, hacer que toda la mierda
que esta oculta salga a flote, para ello le necesito a usted y a su vez una
buena lluvia como un huracán para que funcione todo, no se preocupe por la casa
ya de eso se encargaran mejor vámonos—
—¿Quiénes se encargarán?, espera que piensas hacer
conmigo….—el encapuchado giró y reventó una especie de envase chico en su mano
que posó sobre el rostro de Juan el cual notó como sus ojos comenzaron a
cerrarse lentamente hasta que sintió que todo se pesó se derrumbaba y cayó
directo al suelo.
—Descanse doctor, tenemos un arduo trabajo que hacer y nos esperan muchas personas que visitar—
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