La poca luz de invierno
en las tardes no permitía distinguir entre los hechos que sucedían en los
callejones de la ciudad, era un día común como siempre y la pareja de policías
Víctor y Pancho daban el paseo de rutina por su área asignada haciendo las preguntas
habituales a los diversos transeúntes.
Llevaban mas de década
siendo compañeros, vigilaban el sector norte de la ciudad y solían dormir los
viernes en la Unidad de vigilancia para así tomar y jugar cartas con los demás
compañeros, ambos eran casados y en un azar del destino con mujeres tirantes
que solo sabían hacerles enojar asi que preferían pasar dando vueltas por
sectores peligrosos que pasar en casa.
Les había sido encargado
varios casos aleatorios en los que sucedían crímenes sin un sentido en
concreto, hace aproximadamente un año se había reportado que a los vendedores
de tanques de gas les era robado su producto por sujetos que vestían ropas
oscuras, lo curioso de la situación es que sucedía una vez al mes. Todo sucedía
en un día, eran asaltados varios tanqueros entre ellos camiones grandes y
tricimoteros con balde, al poner toda la denuncia pasaba una coincidencia, el
número de todos los tanques robados daba cien cada mes.
Nunca hubo víctimas por
los robos, todos relatan que dos sujetos vestidos de negros totalmente con
bandanas en sus bocas y gafas les apuntaban mientras se llevaban los tanques en
un camión pequeño sin placa que nunca era encontrado por más que rastrearan y
ni el sistema de ojo de águila de la ciudad lograba dar con él, ya que existía
apenas en sectores del centro y puntos de tráfico del norte de la ciudad y el
sur, asi que supusieron que aquellos sujetos tomaban rutas en el oeste de la
ciudad o el este y cambiaban de vehículo o los ocultaban por allí.
El caso fue denominado:
Los Pedantes, pasó a ser una prioridad baja al notar que los tanques robados no
volvían al uso, es decir que todos tenían un numero marcado y al parecer los
ladrones no se dedicaban a la venta
ilegal de gas, la razón para que los hurtaban es desconocida y peor el
hecho de porque se lo quedan, la policía elaboró un listado de los tanques y al
pasarlos a los inspectores municipales que efectuaban chequeos en restaurantes
por usar cilindros domésticos nunca dieron con los números perdidos.
Todos los días Pancho
compraba una funda de panes de yuca para picar mientras cumplían el recorrido,
aunque se les había asignado el caso no les tomaban relevancia, consideraban
que era imposible avanzar, al contrario detective que trabajaba con ellos era
insistente que algo debía existir atrás de todo, se la pasaba todo el día
investigando y pidiendo archivos de otros casos con lo cual pueda relacionar
todo.
Gregorio de treinta años era
el superior de la pareja de policías más ociosos como eran conocidos en la
ciudad, aunque bromeaban que eran la herencia del mentor de Gregorio porque
durante muchos años le colaboraron en diversas investigaciones, el muchacho era
huérfano, se crio en un orfanato para niños abandonados en los hospitales, no
poseía apellido alguno y nunca aceptaba irse con nadie que le brindara un
hogar, era educado, estudioso y sobreprotector con los demás niños, conoció a
su mentor a los quince años cuando este tenía veinticinco años y fue para
ofrecerle un hogar, varias veces le visito y le pareció curioso que tan joven
pensara en tener un hijo mayor como él, pero este le explico que se dedicaba ser
investigador y que quizás no podría dedicarse a tiempo completo a tener una
familia asi que se interesó en alguien que pudiera tener su apellido que no
tuviese que criar..
Pasaron varias visitas y
fueron conociéndose mejor, comenzaron agradarse aunque su mentor Carlos era un
hombre bastante estoico con el resto de las personas y severo con los dos
policías que tenía a cargo que buscaban cualquier excusa para holgazanear,
aunque con Gregorio siempre fue más jovial y asi el muchacho acepto y comenzó a
vivir con él, era un buen padre, atento e incluso le educaba sobre materias que
le fuese difícil y le había inculcado la eficiencia al pie de la raya junto a
la responsabilidad del deber, con un par de años el investigador conoció una
mujer y se casó con ella, pasó a formar una familia y tuvo una niña, pero la
tragedia golpeó su puerta y ahora el único que carga el apellido Márquez es
Gregorio.
Se había desvelado varias
noches leyendo sobre los robos que habían sucedido en diversas provincias en
tiendas y mercados grandes, lo único que era sustraído fueron botellas de
aceite más carbón, por un momento pensó que los robos eran ridículos y capaz
existía una secta que se dedicaba a efectuar incendios y dicho planteamiento
fue propuesto por Pancho pero al pedir datos por los bomberos de todo el país
no mostraban aumentos de incendios o piromaniacos, toda esa tendencia de robo
tenía menos de un año sucediendo, asi que comenzó
En distintas provincias
del país eran encontrados en los ríos cuerpos de personas que fueron asesinadas
a punta de fuerza bruta, lo curioso yacía en el hecho de que los muertos eran
personas que habían ocasionado algún daño, estos asesinatos se conocían como el
castigo del ojo por ojo, los crímenes en diversas provincias comenzó a bajar y
parecía que existía un rumor de que se había creados escuadrones de la muerte
para dar caza a quien o quienes perpetuaban este hecho atroz.
Durante muchos días las
personas temieron salir en la noche en la ciudad cada día era encontrado un
cadáver colgado de alguna luminaria con un cartel que decía: Justicia. La
muerte deambulaba con libertad sobre las calles y casas, no existía nada que
parece esa horda de crímenes en los que se repartía supuesta justicia y se
mostraba miedo al pueblo.
El gobierno trato el
hecho como una situación de emergencia, en tantos años algo tan atroz no tenía
sus orígenes con ellos y suponían que de seguir sucediendo se formaría en un
hito histórico donde otras personas inestables podrían inspirarse.
El infierno parecía haber
dejado sus puertas abiertas, los demonios adoptaron forma de persona y cometían
terribles pecados día con día. Al menos eso anunciaban muchas personas con
megáfonos en diversas calles del centro, mientras la muchedumbre pasaba sin
inmutarse y seguían el curso de su vida.
Las noches eran
peligrosas, los ladrones deambulaban entre los callejones esperando algún
borrachín o una pareja en plena farra que les diera el pan de cada día, los
chamberos merodeaban los tachos de basura en busca de plástico y vidrio que
vender con el cual pagarse un desayuno para aguantar un día más entre la
miseria, y entre todos esos personajes de
nocturnos estaba el peor; el carnicero.
Durante muchos años Dante
de los Reyes se jactó de ser el criminal más famoso de todo el país, conocido
como el “Cuentero” alguien que con elocuencia y viveza criolla supo estafar a
muchas personas y nunca recurrió a la violencia. Los años son otros y
actualmente sería destronado por el que se considera el criminal más peligroso
de toda la historia omitiendo al casi olvidado “Demonio de los Andes”.
La prensa amarillista lo
bautizó como el “Carnicero”, un hombre que al parecer tenía un record criminal
impresionante, había perpetuado tantos homicidios bizarros que sospecharon en
un comienzo que debía ser algún tipo de secta, era un asunto gigantesco que
para la policía se salía de sus manos y entre sus primeras marañas para sofocar
la prensa atribuían las muertes a la falta de control migratorio y que el país
vecino estaba en caos total.
En el grupo de
inteligencia de la policía lo catalogaban como un criminal bestial, pudieron
deducir que era una sola persona por el hecho de realizar las matanzas y dejar
las piezas del cuerpo en los mismos lugares con respecto a una habitación, las
piernas cerca del baño, la cabeza en la sala junto al dorso, los brazos en la
cocina y a veces le cortaba los dedos para dejarlos desperdigados como migas de
pan, todo apuntaba a una serie de raros fetiches y orden que mostraban los
mismos patrones hasta en los cortes de cada miembro y siempre la víctima se
encontraba sola sin más compañía.
Muchos policías estaban
asqueados de aquellas escenas tan bizarras y no era poco decir que durante todo
un año llevaban sufriendo nauseas desde que apareció el Carnicero.
La primera víctima que se
conoce fue un hombre de mediana edad, de clase media y sin pasado turbio o
relaciones políticas, cada tres semanas aparecía una víctima, pero esto cambio
después de tres meses, se tornó algo semanal, actualmente cada inicio de semana
y mitad de esta aparece una víctima.
Se las trato de
relacionar a todas, pero ninguna guarda cercanía con la otra y parecen ser
escogidas por mero azar del maldito destino, no había patrones de edad, sexo,
etnia e incluso ningún recordatorio que pudiese saltar a la vista.
Para Gregorio poder
atrapar al carnicero o resolver algunos de esos casos raros que poseía era su
pase para ser considerado un investigador a la altura de su mentor, un hombre
que aun después de una década era un ejemplo a seguir en el comando de policía,
Víctor y Pancho le apoyaban en toda idea que tuviese y por mas haraganes que
eran sabían brindar buenos criterios.
El mundo era un lugar
cruel, las noticias solo mostraban un
poco de la sangre que caía del cuerpo muerto y despedazado que es la realidad,
muchos estadistas anunciaron que había un promedio de tres homicidios por día,
tal noticia causo pavor en la población al límite que había marchas contra la
policía reclamando un mejor uso de sus impuestos.
Gregorio dedicaba sus
noches al estudio del caso que su mentor dejo sin resolver y especulaba teorías
en donde podría caber todos los asuntos turbios en un solo plano, buscaba la
manera que todo se conecte y lo lleve hacia quien ideó todo, pues concluyó que
el carnicero era alguien que cometía solo homicidios en la ciudad donde él
vivía y los demás crímenes debían efectuarse por otras personas, debido al
hecho que en los cuerpos de otras provincias la ubicación de las partes
variaba, el corte no era tan sutil e incluso habían sido atrapadas algunas
personas que cometieron dichas acciones por venganza y trataban de camuflarse
en la sombra del carnicero, otro par de asesinos eran encontrados muertos con
el rostro desfigurado en las calles y con un papel que decía Justicia. Los
policías no les agradaba la idea de un sujeto repartiendo castigo asi sin más,
aunque nunca hizo daño a personas que fuesen inocentes, incluso muchos que eran
encontrados muertos eran tipos que habían tenido cargos anteriores que rescindieron
en delitos graves como homicidio y violación, incluso muchos policías esperaban
que aquel sujeto que bautizaron como el Ajusticiador le de caza al Carnicero,
pero nada pasaba, las victimas aumentaban y también la tasa de criminales
asesinados que estaban dispersos en diversas provincias supusieron que quizás
ambos tenían algún acuerdo o era tan discreto el asesino que no podía darle
caza nadie.
Gregorio al comenzar su
investigación estableció varios puntos especiales, robos de tanque de gas, el
caso no resuelto de su mentor, el carnicero, los asesinatos por parte del
ajusticiador y trataba de unir cada pieza, pero no había cosas en comunes,
aunque notó que los criminales encontrados muertos eran mayoritariamente en la
costa mientras que en la serranía eran escasos y en el oriente no existía ningún
caso asi que supuso que tal mensajero de justicia siempre rondaba en tres
provincias que poseían el mayor número de casos e incluso le dio curiosidad que
la ciudad principal con tanto caos, delincuencia, siendo el oeste de la ciudad
tomado por grandes pandillas y el centro por criminales de distintos lares no
había victimas de aquel tipo, nunca se había acercado para hacer de verdugo en
la ciudad aun cuando era desdeñada y despreciada por la prensa escrita de otras
ciudades y provincias, la ola de crímenes del carnicero era en aumento y ni
siquiera aquel sujeto se dignaba en aparecer en la ciudad que por más ilegal
que fuese les daría una mano.
Con el aumento de casos
por parte del carnicero la policía se lo tomo como: Son cojudos puedo matar aún
más y ni un pelo encontraras de mí, era un insulto a ellos que tenían la prensa
y el pueblo encima reclamando por sus muertos, hubo padres de victimas atacando
a policías mientras patrullaban y en algunos barrios incluso no les permitían
transitar con facilidad.
El robo de tanques de
gas, el aceite y carbón era lo más curioso, sucedían en días aleatorios pero
nunca en las mismas ciudades, en el mismo mes, la teoría de Gregorio decía que
todo era para armar algún tipo de incendio gigantesco con la finalidad de
cometer un atraco, pero era ridículo usar aceite y carbón cuando podrían robar
gasolina aparte que los tanques solo sirven para crear explosiones y aumentar
la combustión.
Un comunicado había
llegado a la unidad se les ordenó a Gregorio, Víctor y Pancho ir a investigar
la casa del ex director del seguro social e indagar que hechos acontecieron
allí.
Les tomó cerca de una
hora llegar a causa del tráfico rutinario de la tarde, la dirección era al
centro en el conocido barrio del centeno, conforme fueron acercándose notaron
bomberos, policías, civiles y la prensa queriendo traspasar el cordón policial.
— ¿Qué sucedió aquí Cabo? —Gregorio le mostró la placa
junto a sus acompañantes y atravesó el cerco que mantenían para que no invadan
el sector.
—Señor hubo un incendio enorme aquí en la casa
del señor Juan Duarte, está todo hecho
cenizas—le dijo un muchachillo que respondía con la cabeza agachada.
—Álzame la mirada cabo no muerdo, ¿Quién llamó a los
bomberos? ¿Dónde están los encargados de apagar el fuego? —preguntó Gregorio
mientras comenzaba a caminar hacia lo que alguna vez fue la casa, estaban chamuscados
incluso los pilares y el techo se había caído.
—Aquel hombre de piel morena alto es el jefe de los
bomberos y quien llamó fue una señora que vive a una cuadra está allí sentada
en la patrulla explicando lo que vio—el hombrecillo había alzado la cabeza de
tal forma como si fuese a desnucarse.
—Juan Duarte estaba siendo vigilado por una patrulla y
su esposa llamó el día de ayer solicitando escolta a la cual le asignamos dos
oficiales más, ¿Dónde están ellos? —Gregorio comenzó a buscar con la mirada.
—Fueron encontrados muertos dentro de la patrulla, los
cuerpos siguen allí e incluso llamamos al Capitán Tomala y dijo que sería mejor
que usted mismo venga primero, los forenses deben estar por llegar para
inspeccionar a los compañeros caídos—la voz del muchacho estaba llena de
nervios y timidez, sentía miedo de que cuatro hombres de armas hubiesen muerto
y un incendio devorara la casa, al escuchar el inspector que siempre posee la
mirada entrecerrada abrió los ojos como persianas en el amanecer, Pancho estaba
bebiendo café y de la sorpresa escupió sobre Vicente.
— ¿Cómo murieron?, llévame a ellos en este
momento—estaba sereno, siempre mantenía una calma inhumana incluso si la
situación era tensa, su padre siempre le dijo que la paciencia y serenidad es
la madre de todas las virtudes asi que esa frase se la repetía mentalmente cada
vez que algo inusual sucedía.
Caminaron hasta donde estaba el jefe de los bomberos y
les acompañó cerca de donde mantenían a la señora que tenía una funda de panes
y se le veía nerviosa llena de miedo y temblando entre momentos del pánico.
—He escenas de incendio antes, pero esto es abrupto,
explíqueme por favor ¿Qué sucedió? ¿Con quién tengo el gusto?—le extendió la
mano mientras admiraba el terreno negro y marchito.
—Buenas señor, soy Luis Alborán y le comento que
incluso mis hombres y yo nos sorprendimos mucho sobre esto, es inusual una
situación asi ya que en viviendas lo común es una falla eléctrica que provoca
chispa pero aquí la casa ardió como si fuese de madera cosa que no es e incluso
el techo colapso, la señora allí presenté llamó y desde ese momento hasta
nuestra llegada apenas ocurrieron unos cinco minutos porque venimos de la
estación cerca del cementerio y la casa ardía con ferocidad costó bastante
apagarla—le saludo y explicaba moviendo las manos de manera muy inquieta que
parecía no saber expresarlo con movimientos.
— ¿Qué cree que pudo causar el fuego?, usted argumenta
que lo atendieron rápido e incluso una falla eléctrica no llega a este punto
de—
—Esto fue hecho apropósito e incluso existe un olor a
gasolina en el ambiente, debieron verter bastante para que las llamas sean asi
e incluso en las habitaciones y en el sótano de la casa parece que debieron
haber tirado bastante combustible es un pozo de ceniza, es imposible no
encontrar algo sin quemar—
— ¡Carajo! Esta casa por suerte estaba alejada de las
demás y no aumento la zona de incendio, pero acaso una vivienda tan elegante
como fue en su momento ¿No poseía detector de incendios? —le inquietaba saber
aquello, no había ni rastro o huellas de Duarte y su mujer.
—Sí, lo encontramos demasiado dañado, pero fue
desactivado y lo único peculiar que vimos es que en lo que fue la sala se
encuentra una mesa de vidrio templado bastante grueso que me inquieto el estado
en el que la vimos—el hombre le hizo seña a uno de sus hombres que le trajo un
celular, abrió la galería de imaginas y le mostró una foto a los policías, se
podía contemplar que habían caído escombros en dicha mesa, pero su grosor era
de al menos dos dedos pulgares bien gordos ya que no estaba cuarteada ni nada similar,
pero en una cabecera se contemplaba como había sido rota y no existía nada
alrededor capaz de dañar de tal forma.
—Parece como si hubiesen estrellado algo con fuerza
contra la mesa, ¿Acaso no quedaba un baño arriba?, quizás se desplomó el techo
del piso alto y el inodoro causo eso, es cerámica después de todo y
pesada—opinó Víctor.
—No, en la parte superior no se encontraba un baño
solo un armario de ropa y cuando vimos la mesa movimos el techo que la cubría y
no existía nada suficientemente pesado para causar eso, aunque quizás aprecien
más en persona pero debemos dejar que los forenses lo diga de manera oficial
pero yo opino que fue una persona porque la silla de la cabecera estaba abierta
como cuando alguien se levanta y no la junta—tal teoría los hizo sentir un escalofrió
en la espalda a todos los presentes.
—Tu idea que alguien estrelló a otra persona con
fuerza contra la mesa y después se marchó con el cadáver, supongo que todos
mentalmente tenemos claro que la persona que rompió eso con la cabeza fue la
mujer, porque dudo que ella pudiese tener tal fuerza—Pancho estaba incrédulo,
para que un cráneo humano logre partir dicha mesa Duarte tenía ya bastantes
años no era un jovenzuelo alzador de pesas.
—Yo creo que Duarte lo hizo, pero deberían hablar con
la señora y ver las patrullas están aun con los cadáveres, esa doña nerviosa
les sabrá explicar—les hizo seña de las patrullas donde estaban los agentes
caídos, caminaron y pudieron notar como estaban con el cuello viendo hacia el
techo y con espuma en la boca como perro rabiosa, no había duda fueron
envenenados de alguna forma y murieron en sus asientos sin haber intentado
salir del vehículo.
— ¡Joder! ¡Esto es totalmente espeluznante! —gritó
Pancho con ganas de vomitar, les había visto un par de veces a los agentes y
recordaba un par de saludos por cordialidad entre ellos, ni los nombres
recordaba.
— ¡Que mierda!, mi padre me dijo que de policía me
aseguraba el trabajo y la vida, pero nunca iba imaginar esta mierda, han muerto
como animal envenenado esto es indigno—Víctor estaba rojo del enojo.
—Estoy igual de perplejo, pero aunque husmeo por los
vidrios no logro notar algún envoltorio de algo que comieran, para tener idea
que fue lo que los enveneno, debemos esperar a los especialista, venga hablemos
con la señora—
La mujer era bastante pequeña, nerviosa, parecía
querer llorar y sostenía de manera temblorosa una gran funda con unos cuantos
panes dentro, mientras un par de bomberos le consolaban, cuando ya estuvieron
cerca los policías estos se retiraron y les pidieron que no le pregunten mucho.
— ¿Cómo esta madre? ¿Cuénteme que le sucede? —dijo
Gregorio poniéndose de cuclillas mientras le tomó las manos para calmarla.
—Es que…yo…yo…pasaba para comprar estos panes y en la
ida vi todo normal, pero al volver noté fuego asi que llamé a los policías que están
en esas patrullas y como los vi sin moverse me asuste y llamé a los bomberos,
temía miedo bastante y los vecinos estaban aquí pero ya entraron a sus casas,
yo vivo varias cuadras al fondo—puso la funda sobre su regazo y gesticulaba de
tal forma que les daba incomodidad a todos.
—Tranquila mi señora, esto es una fea experiencia asi
que le haremos un par de preguntas y luego volverá a su casa tranquila—Pancho
le sonrió.
—Bueno, les ayudaré caballeros pero perdonen mis
nervios a mi edad ya es difícil no impactarse—respondió la anciana gesticulando
una sonrisa dulce.
—Le comprendo, ¿Dígame porque cuando volvió no fue
directo a su casa y se quedó esperando?, supongo que el susto podría haberla
ahuyentado, pero me ¿Por qué espero? —Gregorio posó sus oscuros ojos sobre
ella.
—Pues cuando vi el fuego llamé a los policías y como
noté que no se movían me asusté mucho y allí llame con mi celular viejo, yo
solo salí por cóndor de pan y me veo en una tragedia, hay de mí que vivo
sola—dijo con lágrimas en los ojos la señora.
—Calme, la entiendo y la halago, sin su aviso temprano
quizás los bomberos hubiesen demorado muchísimo más, déjenos acompañarla a su
casa si para que este segura—Pancho le dio una sonrisa mientras le extendió la
mano ayudándola a pararse.
—Gracias hijo, pocos hoy en día son cortés con los
ancianos y aún más tan buenas personas que me desean escoltar, pero les
advierto que vivo lejos y quizás tengan más cosas que hacer aquí no quiero
hacerles perder el tiempo—asintió apenada.
—Pierda cuidado mi señora, Francisco y Víctor le
acompañaran; cuando ya esté en su casa volverán y entonces seguiremos en el
labor, claro que después iremos a verle para que rinda su versión en el cuartel
pero considerando su estado y edad no queremos cansarla más, muchachos vayan y
vuelvan no olviden que hoy mi esposa hizo una gran cena por nuestro
aniversario—les dio una palmada en el hombro mientras se alejaba.
—Bueno entonces usted nos guiara, si gusta le ayudo
cargando los panes—Víctor le extendió la mano, pero la anciana le rechazó
sonriente argumentando que eran solo unos tres panes, caminaron conversando
sobre temas simples, del clima, la política, como la ciudad era cada día más
peligrosa e incluso de que debía cuidarse más y no salir en altas horas de la
noche.
—Son muy buenos acompañándome, siempre me siento tan
sola y verán quizás no es mucho pero quiero agradecerles al menos con esta
pequeña muestra, espero no me rechacen—les brindo a cada uno un pan mientras
continuo caminando—ya no están tan calientes pero aún son buenos, pruébenlos
muchachos a mí me gustan mucho—
—Si claro, se ven muy deliciosos la verdad y agradezco
su gentileza pero puedo hacerle una pregunta mi señora—Pancho dejó de caminar
al igual que Víctor, la anciana tan siquiera viró solo se detuvo a secas como
si hubiese dado un frenazo.
—Claro hijo que deseas saber—notaron que la funda de
pan de cargarla a un costado ahora la sostenía enfrente por la forma que movió
sus brazos.
— ¿Usted donde compró estos panes? —
—En la panadería del fondo de la calle, venden a muy
buen precio—comenzó a caminar.
—No le parece curioso que la funda que carga es la que
usan para más de media docena de pan, usted mencionó que compró un cóndor de
ellos asi que actualmente son siete ya que cada uno vale quince centavos y
dejan el séptimo en promoción pero con nosotros solo hay tres, pero los otros
cuatros se los comió en el camino o los regaló quizás a otros policías—sacó su
arma con cuidado y apuntó a la anciana.
— ¡De la vuelta con las manos arribas! ¡Hágame el
favor! ¡No me obligue a ser brusco! —Vicente le comenzó apuntar al igual que su
compañero, ambos estaban tensos, aquellas palabras de Gregorio era un aviso de
que existía algo raro en el ambiente y notaron que les habló de comida y miraba
los panes de la señora en esos momentos para después verlos a los ojos, aquello
fue aprendido por Carlos su antiguo superior y padre de Gregorio, jamás
olvidarían eso.
La anciana alzó las manos y con ello cayó la funda
vacía, le pidieron que diera la vuelta y la vieron sonriente hacia ellos, su
rostro lleno de verrugas, los ojos comenzaron a lagrimearle para entonces
cuando Víctor comenzó a llamar con la radio notó que escupió sangre por la boca
y vomitaba espuma, cayó desplomada como un pájaro de un tiro mientras se
retorcía de manera violenta, ambos policías apartaban la mirada asqueados de la
escena, el hedor que despedía el cuerpo era insoportable e incluso se alejaron
un poco mientras notaron que ya no se movió más.
Los forenses ya habían llegado en ese momento y
corrieron un par con Gregorio hasta donde se encontraban Víctor y Pancho.
—Vaya día de mierda no crees—refunfuñó Pancho mientras
miraba el pan que sostenía en la mano.
—Ni que lo digas, siento que no quiero saber más de
pan en mi vida y con lo que mi familia tiene una panadería esta difícil—respondió
Víctor.
— ¿Qué crees que diría el jefe si viera esto? —Francisco
estaba incómodo en ver el rostro de la mujer en un charco de su propia sangre
cuando hacía unos minutos atrás le brindo tal sonrisa que le recordó a su
difunta abuela.
—Que diría…creo que si él apareciera se quejaría de cómo
puede existir el carnicero, el ajusticiador y sucesos como el del incendio,
pero nos felicitaría por haber obtenido estos panes, que supongo tendrá
veneno—le dio la vuelta al pan y comenzó a sentir que pesaba más que un enrollado
común.
—Sí, seguro nos felicitaría y quizás con él aquí junto
a Gregorio podrían haber averiguado quienes son esos desadaptados que
atemorizan a todo mundo—Pancho sentía nostalgia por aquellos tiempos.
—Qué podemos esperar de nuestro futuro, si incluso él
ya tiene una década desaparecido en acción, lo único que podemos hacer es
tratar de no caer y cuidar a Gregorio—
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