Este
es el último libro publicado de Mónica Ojeda, autora ecuatoriana que ya reseñé
con anterioridad su novela Mandíbula.
Considero
que como escritora es muy versátil; tiene la capacidad de escribir poseía,
cuentos, novelas y su prosas es muy hermosa, existe un manejo preciso de las
figuras literarias, las metáforas y también tiene frases contundentes con pocas
palabras.
En
esta ocasión el libro aborda un año en el futuro, un tiempo distópico que no
dista mucho del Ecuador actual, al ser compatriota de ella y vivir en guayaquil
entiendo muchas situaciones de las que se mencionan en el libro, incluso
algunas las he vivido, debido a la problemática social del país ya nos vemos
obligados a naturalizar momentos incómodos con militares, presenciar crímenes,
conocer o experimentar amenazas y más temas.
La
obra aborda el mundo andino y la cultura alrededor de las fiestas ubicadas en
la Sierra, la autora las usa tanto como metáforas y relato surrealista donde se
explaya la psique de los personajes y comportamientos que tienen origen con el
pasado de estos.
En
la obra tenemos a la protagonistas, Nicole y Noa, dos muchachas muy distintas,
ambas con rasgos bien marcados y que son explotados en su comportamiento como
pensamientos internos, también está el padre de una de la protagonista que es
un personaje que toma relevancia cuando nos acercamos al tercio de la lectura y
hay otros personajes como el Poeta o las Cantoras, los Diablumas y más que son
secundarios en cierta forma que van agregándose alrededor de los anteriores y
complementan las experiencias andinas que se narran.
El
libro nos aborda con una prosa elaborada como una conversa simple entre dos
personas, un relato anecdótico, la riqueza de la prosa yace en las reflexiones
y el uso del lenguaje para abordar situaciones surrealistas o las experiencias
que suscitan los personajes, a su vez el libro se narra en un punto de vista de
varios personajes donde conocemos su interior y acciones, como en otro capítulo
sabremos qué opinan los demás sobre el anterior personaje, de dicha forma
tenemos una visión más completa como lectores.
Somos
capaces de visualizar a los personajes desde su interior como la imagen que
estos dan, un ejemplo de ello es el Padre, este es un hombre complejo y en sus
capítulos se explora tanto la relación que tuvo con su madre como la que existe
con su hija, sus temores, sus certezas y sus acciones que no lo denotan como un
hombre que se desligó de su familia sin razón, sino que tras ese comentario
existen muchos pensamientos que se pueden abordar en una conversación incómoda,
pero necesaria.
De
la autora solo he leído Mandíbula y este libro en mi opinión no mantiene la
misma prosa con lírica que el mencionado, pero no lo hace malo, sino que el
efecto que le brinda junto al uso de modismos da un relato crudo y directo, los
comentarios son mordaces, las reflexiones afectan a la integridad mental de los
personajes.
Un
ejemplo es cuando una de las chicas se cuestiona por qué siempre quiere hacer
quedar mal a la otra, porque busca someter su voluntad, estas líneas exploran
más allá tanto la relación de las protagonistas como la psique de los
personajes, no solo hacen gala de marcar lo obvio, sino que aún en esa obviedad
sirven para que los personajes se desarrollen y comprenden que sus acciones
tienen efectos dañinos, es como si al ser lectores estuviéramos visualizando
una conversación interna donde la culpabilidad y temores son demostrados, los personajes
están desnudos ante nuestra mirada atenta y como si fuéramos un Dios
omnipresente vemos sus comportamientos, estos reflexionan y temen el daño que
hace, pero algunas acciones no las redimen, aquello no es un problema en el
desarrollo de personajes sino que es una muestra de mayor humanidad en estos,
la necedad compone mucho de las personalidades de las personas y el no aceptar
fallos también.
Considero
que es un gran libro, quizás si es el primero que se aborda de la autora o de
este tipo puede ser una lectura pesada o difícil, no diría porque exista
incapacidad de entender, pero el efecto que busca Mónica no es común, abordar
esta lectura es como iniciar en el cine con David Lynch para quien comprenda de
filmes, no es algo fácil, te gusta, te da curiosidad o lo dejas allí.
Un
punto que recalco y me encanta del libro es como se abordó las relaciones
familiares, ya en Mandíbula se abordó desde el punto de vista tóxico por
resumir, pero en esta ocasión estamos ante una mirada sobre el abandono y la
incapacidad de conexión emocional aun cuando existe un vínculo de sangre, la
literatura de Mónica nos invita hacer una reflexión hacia la unidad de la
sociedad que es la familia, no es crítica de la figura de esta, sino que nos
incita cuestionar si nuestras relaciones son sanas, los puntos problemáticos
que yacen en la admiración y obsesión de una figura familiar, la libertad que
brindamos o poco interés hacia los hijos.
Sin
más que decir por miedo dar un spoiler, cosa que considero complejo pues
abordar la temática de la fiesta es como explicar un fin de semana de LSD en
Montañita, así que los invito le den una oportunidad a mi compatriota y les
invito aborden su obra, donde los libros nos brinden más preguntas que
respuestas siempre será un lugar de aprendizaje.

0 Comentarios